jueves, 15 de abril de 2010

Concilio vaticano II



El Concilio Vaticano II fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica convocado por el papa Juan XXIII, quien lo anunció en el mes de enero de 1959. Fue uno de los eventos históricos que marcaron el siglo XX.
El Concilio constó de cuatro sesiones: la primera de ellas fue presidida por el mismo Papa en el otoño de 1962. Él no pudo concluir este Concilio ya que falleció un año después, Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el Papa Pablo VI, hasta su clausura en 1965. La lengua oficial del Concilio fue la lengua latina.
Fue el Concilio que contó con más representación de todos, con una media de asistencia de unos dos mil padres conciliares procedentes de todas las partes del mundo y de una gran diversidad de lenguas y razas. Asistieron además miembros de otras confesiones religiosas cristianas.

DeIsMo


El deísmo es una filosofia que deriva la existencia y la naturaleza de Dios a través de la razón y la experiencia personal, en lugar de hacerlo a través de los elementos comunes de las religiones teístas como la revelación directa, la fe o la tradición. La mención de Dios en este artículo se refiere más a un Creador u Organizador que al Dios Abrahámico.
Así, uno de los principales postulados de esta filosofía religiosa está basado en la creencia de que Dios existe y creó el universo físico, pero no interfiere con él (postulado que incluye a la evolución teísta). Este postulado se relaciona y origina con una filosofía y movimiento religioso que deriva la existencia y naturaleza de Dios por la razón. Por ello no toma posición sobre lo que hace Dios fuera del universo, en contraste con el fideísmo que se encuentra en muchas enseñanzas del cristianismo, islamismo y judaísmo, que sostiene que la religión depende tanto de la revelación de las sagradas escrituras o del testimonio de otra gente.
Los deístas típicamente también tienden a rechazar los eventos sobrenaturales (milagros, profecías, etc.) y a afirmar que Dios no interfiere en la vida de los humanos y las leyes del universo. Por ello, a menudo utilizan la analogía de Dios como un relojero. Lo que para las religiones organizadas son revelaciones divinas y libros sagrados, la mayoría de deístas entiende como interpretaciones inventadas por otros seres humanos, más que como fuentes autorizadas. Los deístas creen que el mayor don divino a la humanidad no es la religión, sino la habilidad de razonar.

AtEiSmO


Ateísmo es la doctrina o posición definida ya sea por el rechazo al teísmo o por la posición de que no existen las deidades. Es inherente al ateo, quien, según el DRAE, niega la existencia de Dios. El Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora comienza su entrada sobre Ateísmo del siguiente modo: Ser ateo, o abrazar el ateísmo, es negar que haya Dios, o negar que haya dioses, o negar que haya alguna realidad que pueda llamarse divina, o todas estas cosas a un tiempo.En un sentido amplio podría incluirse dentro de la definición de ateísmo, tanto las personas ateas o ateístas, quienes explicitan la no existencia de dioses, como aquellas que, sin creer en su existencia, no tienen evidencia ni convicción para su refutación. En un sentido estricto se excluyen a estos últimos, denominados agnósticos, de la definición de ateos. Los agnósticos rechazan reconocerse como ateos o ateístas ya que consideran inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia. El término ateísmo incluye a aquellas personas que declaran no creer en ningún dios determinado (ya sea Brahmā, Alá o cualquier otro). Ser ateo o negar la existencia de un Dios o dioses no implica necesariamente no pertenecer a ninguna religión; existen religiones, como el budismo que niegan la existencia de Dios o no mencionan la existencia de dios alguno y que, por consiguiente, son ateas o más correctamente no teístas y que en algunas de sus doctrinas pueden considerarse panteístas.

ReNaCiMiEnTo


Hasta llegar el siglo XVI las diferentes civilizaciones artísticas de Occidente se habían sucedido sin sobresalto. En siglo XV, Gótico y Renacimiento habían vivido uno al lado del otro, en buena forma. Pero, a partir de del siglo XVI, el arte occidental se dividirá en fuerzas contradictorias que esconden ideologías diferentes.
Dos figuras vienen a encarnar las ideologías opuestas: Erasmo y Lutero, el humanista y el profeta, el conciliador y el revolucionario. Erasmo sueña con hacer entrar el Panteón en el Paraíso. No viendo sino lo que las cosas tienen de común, lo intenta todo por salvar la unidad espiritual de Europa. Lutero el hombre sediento de Dios, resucita del viejo fondo de la Edad Media la imagen del hombre débil, el hombre gimiente bajo el destino pecador que le impone un Dios terrible.
Italia se encontraba dividida por estas dos fuerzas. Sobre una base intelectual en Roma y sensible en Venecia, Rafael y Tiziano definen las leyes del clasicismo, que subordina el conjunto de la obra al equilibrio de todas sus partes entre sí, lo que hace que se atenúen los rasgos y la expresión, nace de esta ruptura de equilibrio una desesperación que atormenta los cuerpos y asombrece los rostros. Tales exigencias de la expresión, sabrá mantenerlas Miguel Angel dentro de los limites de la belleza, y ahí radica su milagro.

ReVoLuCiOn InDuStRiAl


Así, el siglo XIX fue una época de profundos cambios en la humanidad, tanto eco- nómicos, sociales y políticos como en los gustos y en las formas de vida.

Paralelamente a estos cambios, la ciencia ocupó progresivamente un espacio que antes tenía la religión, a la vez que la educación formal se convirtió en el instrumento esencial para la formación de ciudadanos y la difusión de innovaciones técnicas y de organización social. Según Octavio Paz, “la ciencia comenzó a desplazar a Dios del universo…ahora coloca en su lugar al científico y al técnico, al fabricante de máquinas.”

En este sentido, el principal aporte de la revolución industrial a la idea de progreso es que ésta se sigue aceptando como algo natural, previsible y característico de lo social y lo cultural. A la vez, es lento, gradual y continuo, tiende a un fin, entendido como perfec-cionamiento de la condición humana mediante el atesoramiento de más y mejores bienes.

Se observa que detrás del desarrollo industrial estaba toda una filosofía de la vida: la de la civilización económica y racionalista occidental. Es decir, de mejoramiento infinito de la condición humana a través de la explotación de los recursos naturales superabundantes.

Cabe hacer mención, de acuerdo con Cazadero, que no sólo ha habido una sola revolución industrial, sino que a finales de este siglo XX, la humanidad atraviesa la cuarta. Según este autor, hay cuatro elementos fundamentales impuestos por la segunda revolución industrial al mundo en los inicios del siglo XX y son: la concentración del capital, la internacionalización del capital, el cambio en el proceso del trabajo y la intervención masiva del Estado en casi todos los aspectos de la vida económica.

ReVoLuCiOn FrAnCeSa


la religión durante las dos primeras etapas de la revolución, cronológicamente comprendería desde 1789 a 1795.
Vale decir que la importancia del tema religioso no termina en esta marca cronológica, sino que se realiza para acotar el tema.
Pero cabe aclarar que el trabajo no comienza estrictamente en el año 1789, considero importante tener una visión general del panorama religioso en Francia durante el Antiguo Régimen.
Consciente de que esto puede traer el mismo problema demarcatorio que más arriba se señaló, porque hablar de religión en el Antiguo Régimen no es un asunto sencillo y que puede derivar en muchos otros temas.
Concretamente la idea para esta primera parte del trabajo es hacer una síntesis histórica de la religión en Francia desde Luis XIV hasta el siglo XVIII.
He elegido como punto de partida el reinado de Luis XIV, posteriormente se llegara al siglo XVIII, dónde destaca el papel de la Ilustración, se hará una reseña general del juicio que realizó las Luces sobre la cuestión religiosa.
Esta parte del trabajo la considero importante, ya que se hace necesario enmarcar a la religión y el problema religioso en Francia en una línea de larga duración. Grosso modo ver como llega le religión y la Iglesia a la revolución francesa. Para luego tener marcos comparativos, que cambios y que permanencias muestra la revolución con respecto al Antiguo Régimen en el aspecto religioso.
De ningún modo este trabajo pretende mostrar una historia de la religión o de la Iglesia como objetos de estudio en si, sino que se intentara mostrar una religión con incidencia en la vida económica, cotidiana, política y social de Francia. Y a su vez observar cómo actúa la revolución con respecto a la religión.
Y finalmente –como ya se dijo mas arriba- pasar a la parte medular del trabajo, esto es la religión en tiempos de revolución, tratando de contemplar distintas posturas sobre el tema.

La reforma Protestante


Durante el siglo XVI, varios religiosos, pensadores y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia Católica en la Europa Occidental, especialmente con respecto a las pretensiones papales de dominio sobre toda la cristiandad. A este movimiento religioso se le llamará posteriormente Reforma Protestante, por ser un intento de reformar la Iglesia Cristiana buscando la revitalización del cristianismo primitivo y que fue apoyado políticamente por un importante grupo de príncipes y monarcas que "protestaron" contra una decisión de su emperador.

En el siglo XV se produjo una gran crisis en la Iglesia Católica en Europa Occidental debido a los numerosos problemas de corrupción eclesiástica y falta de piedad religiosa. La gota que derramó el vaso fue la venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, que provocó finalmente que la cristiandad occidental se dividiese en dos, una liderada por la Iglesia Católica Romana, que tras el Concilio de Trento se reivindicó a sí misma como la única heredera válida de la cristiandad occidental expulsando cualquier disidencia y sujetándose por completo al dominio del Papa, y otra mitad que fundó varias comunidades eclesiales propias, generalmente de carácter nacional para, en su mayoría, rechazar la herencia cristiana medieval y buscar la restauración de un cristianismo primitivo idealizado. Esto dio lugar a que Europa quedara dividida entre una serie de países que reconocían al Papa, como supremo y único jefe de la Iglesia Católica, y los países que rechazaban las pretensiones de Roma y que recibieron el nombre de protestantes. Dicha división provocó una serie de guerras religiosas en Europa.
La Reforma Luterana:
Al principio, la Iglesia Católica no dio demasiada importancia a las ideas de Lutero, ni a sus ataques contra la doctrina de salvación por las obras, pero muy pronto tuvo que reaccionar ante las noticias que llegaban de Alemania, de que gran parte de la gente estaba desafiando el dominio de la Roma papal.
Lutero continuó atacando la venta de indulgencias y la doctrina que sustentaba tal práctica mediante escritos que la imprenta difundía por toda Alemania. Lutero hacía un llamamiento a la nobleza alemana para que negase obediencia al Papa y apoyase una reforma de la Iglesia Católica alemana; afirmaba también, de acuerdo a su interpretación de la Biblia, que todos los cristianos eran sacerdotes sin necesidad de ninguna ordenación especial y negaba la autoridad suprema del Papa sobre la cristiandad universal. Lutero criticaba así mismo los numerosos sacramentos de la Iglesia Católica, reduciéndolos a solo dos, que el pensaba eran bíblicamente fundamentados y afirmaba también que los poderes civiles debían tener plena autoridad política sobre la Iglesia Católica. Esto iba más allá de la doctrina de la salvación por la fe y suponía una auténtica amenaza para la Roma papal. Finalmente, el Papa declaró a Lutero un hereje y lo excomulgó, es decir, lo dejó separado de la comunidad de la Iglesia Católica
La Contrarreforma Católica:
Durante casi 20 años, la Iglesia Católica había visto cómo gran parte de los católicos se peleaban entre ellos en Europa y sus obispos, dejaban de reconocer al Papa como Primus inter pares o como máxima autoridad de la Iglesia Católica, y se separaban de Roma incluso algunos cardenales, en consecuencia, hubo muchos partidarios de Roma que requerían una reacción de su Iglesia Católica, que mejorase sus costumbres y corrigiera los errores que habían alimentado la Reforma Protestante. A esta reacción de la Iglesia Católica contra el protestantismo se le conoce generalmente con el nombre de Contrarreforma Católica aunque escritores católicos prefieren el término "Reforma Católica".
Aunque muchos creían que era necesario reformarse, no sabían el modo de hacerlo. Pronto, se llegó a la idea de que la mejor solución era convocar a un Concilio donde se pudiesen discutir las posibles reformas. Carlos V presionaba también a los Papas para que se convocase ese concilio con la esperanza de que la Iglesia Católica volviese a existir unificada, pero los Papas desconfiaban de las pretensiones políticas de Carlos V en Italia y no convocaron este concilio sino hasta 1545, reunión que será conocida como Concilio de Trento.
Las sesiones del Concilio de Trento van a durar casi 17 años, ya que fueron interrumpidas muchas veces, varios Papas se sucedieron en Roma y cuando dicho concilio finalizó, en 1562, ya había muerto Carlos V.